sábado, 22 de enero de 2011

Reescripción Capítulo 2

CAPÍTULO 2

Chelsea lo despertó a las cinco de la madrugada, como siempre hacía, ella debía estar en casa a las seis, hora en que su padre y su hermano se levantaban para ir al muelle, o bien a pescar, o bien a embarcarse un par de días en alta mar, en esta ocasión se embarcaban cuatro días, si no más con un poco de suerte.
-Vamos, Mike, o me marcharé y te dejaré aquí.
-No, pequeña, quédate un rato más.
-Sabes que no puedo, ¿no te toca el primer turno?.
-Sí.
-Con más razón, lárgate antes de que llegue George, como te pille aquí se dará cuenta de todo.
-Está bien, gruñona, ya me voy-dijo levantándose y buscando sus pantalones-¿Que vas a hacer hoy?.
-Tengo turno de tarde, me iré a casa después del trabajo a disfrutar de la paz de la soledad.
-Podría pasarme.
-Como quieras-dijo ella saliendo por la puerta-Cierra, por favor.
-Descuida.
Mike cerró la cafetería, fue a casa, se cambió y regresó a la cafetería donde George, el dueño, lo esperaba dentro.
-Llegas diez minutos tarde, Mike-le dijo George.
-Lo siento, me he quedado dormido.
-Saliste anoche, ¿verdad?.
-Sí, pero no pienses que volví tarde y que por eso me quedé dormido, pasé por aquí, Chelsea tenía el último turno y vine a ayudarla.
-Siempre pones la misma excusa.
-Es cierto, pregúntale a ella si no me crees.
-Vamos, Mike, ella siempre te cubre.
-Está bien, gordinflón, no me creas.
Para Mike, George era como su tío, era íntimo amigo de su padre desde jóvenes, luego pasó a ser íntimo de toda la familia y también sentía un cariño paternal por Chelsea. Era gordo y alto, medía 1'97 y pesaba 120 kilos, tenía el pelo negro azabache peinado hacia atrás y los ojos pequeños y oscuros, era un tipo muy gracioso y risueño.

Ya era la hora del almuerzo, pero la cafetería estaba bastante vacía, entre semana siempre se llenaba a la hora de almorzar, por los trabajadores que salían para comer pero los fines de semana la mayor parte de la clientela  eran gente joven y solo venían por la noche, así que Mike estaba apoyado en la barra sin hacer nada mientras George limpiaba la cocina.
-Recoge la caña, marinero-dijo Liz, que había entrado sin que él se diera cuenta, abstraído en sus pensamientos.
-Vaya, que agradable sorpresa-dijo Mike con una enorme sonrisa.
-¿Pensabas en mí?-preguntó ella besándolo en los labios.
-¿En quién sino?- dijo él, mintiendo.
-¿A qué hora terminas?.
-Dentro de tres horas.
-¿Tienes planes para esta noche?.
-Salir contigo-dijo él sonriéndole.
-Me temo que no, cariño-dijo ella.
-¿Porqué?-preguntó él-¿No te apetece salir?, podemos venir aquí con los chicos.
-Me gusta la idea, sabes que no me pierdo una salida con los chicos, pero no puedo, tengo un compromiso con el cuerpo de paz.
-¿Qué toca ahora?-preguntó Mike malhumorado.
-Comedor social-dijo ella.
-Oh, genial-dijo él burlándose.
-No te burles, Mike, sabes lo importante que es para mí echar una mano.
-Perdona, no pretendía burlarme, es solo que quería estar contigo.
-No uses el chantaje emocional conmigo.
Ella llevaba unos vaqueros, camiseta blanca bajo una cazadora de seda, también blanca, y un gorrito de lana.
-¿No funciona?-preguntó él, ya muy cerca de su boca.
-Sabes que siempre funciona.
En el preciso momento en que se besaban entró Chelsea, que se quedó contemplando la escena desde la puerta, con el semblante serio y luego se metió a toda prisa en el cuarto; Mike la vio entrar.
-¿A dónde vas esta vez?-preguntó él.
-Bakerfield-dijo Liz.
-¿Y por cuantos días?.
-Sólo es hasta mañana, no empieces, nos veremos el Lunes en clase.
-¿Y porqué no mañana?-dijo él, ella se dirigía hacia la puerta y él la seguía-¿A qué hora piensas llegar mañana?.
-Mike, cálmate, ¿quieres?-dijo ella riendo, Chelsea lo observaba todo desde el cuarto-Volveré mañana, pero llegaré tarde y estaré muy cansada, así que mejor nos vemos el Lunes, ¿vale?.
-Está bien-dijo él besándola en los labios-Te echaré de menos.
-Y yo a ti-dijo ella abrazándolo-Te quiero.
-Te quiero-dijo él y se quedó observando como ella salía, se subía en su coche y se marchaba, una vez que Liz se fue, Mike fue al cuarto donde sabía que estaba Chelsea.
-Hola-dijo Mike apoyado en el marco de la puerta del cuarto, Chelsea estaba poniéndose el delantal.
-Hola-dijo ella sin siquiera mirarlo.
-No te pongas así.
-No me pasa nada.
-Chelsea, no lo hagas.
-No hago nada.
-Estás enfadada.
-No lo estoy-dijo ella-¿Qué haces aún aquí?, se supone que tu turno termina cuando llego yo.
Él la empujó hacia el cuarto cuando ella estaba saliendo y cerró la puerta.
-Sabes cómo funciona esto-dijo él.
Ella lo miraba con el ceño fruncido.
-Sé perfectamente cómo funciona esto y lo acepto-dijo ella-Pero eso no significa que me agrade.
Se acercó a ella con rapidez, sin darle tiempo de pensar siquiera que se acercaba, la sujetó por la mejilla, la atrajo hacia sí y la besó apasionadamente, mientras ella intentaba corresponder, aún aturdida por el inesperado beso.
Mike metió la mano bajo la camiseta de la chica, acariciando su suave y terso abdomen, ella se estremeció ante el contacto de las manos del chico, con los ojos cerrados y el ceño fruncido, respirando pesadamente.
-Basta, Mike-susurró ella apartándolo-Aquí no, pueden pillarnos.
-Tienes razón-dijo él, agitado-No sé que me ha pasado.
-¿Liz se va de nuevo?-preguntó ella.
-Sí-dijo él-Hasta mañana.
-Los verdugos se han ido esta mañana-dijo ella mirándolo y sonriendo pícaramente-No vendrán hasta el martes.
Mike sonrió.
-¿Quieres que vaya esta noche a hacerte compañía?-preguntó él.
-Sí-dijo ella-Pero esta vez quédate hasta mañana, despierta junto a mí.
-Sabes que no puedo.
-Vamos, solo por esta vez.
-Sospecharán, sabrán que no he dormido en casa.
-Di que has dormido en casa de algún amigo, di que has dormido en casa de Evan.
-Y después Evan me preguntará a mi dónde he dormido realmente.
-Oh, vamos-dijo ella frunciendo el ceño-Está bien, lo entiendo.
-No te enfades.
-No me enfado-dijo ella forzando una sonrisa-Podría ser peor, podrías no venir.
-Pero vendré-dijo él acariciándole la mejilla-En cuanto sea media noche estaré subido al árbol que está al mismo nivel que tu ventana y me colaré por ella, como hago siempre.
-Y ahí estaré yo, como siempre, esperándote.
-Mike-dijo George desde la puerta-Tu turno ha acabado, ¿vas a pasarte la vida aquí?.
-Ya me voy-dijo él-Hasta mañana, Chelsea.
-Hasta mañana-dijo ella.
-¿Qué hacíais?-preguntó George cuando Mike ya salía por la puerta.
-Hablábamos-dijo ella.
-Hablabais-dijo George, a sabiendas de lo enamorada que estaba la chica de Mike-¿Sólo hablabais?.
-Sí, George, solo hablábamos, ¿porqué me preguntas eso?.
-Por nada, cariño-dijo George-Pero ten cuidado.
-¿A qué te refieres?.
-Sólo ten cuidado, vale, con todo en general, ahora ve a trabajar, se nos está llenando la cafetería.
Dejamos a Chelsea y a George en la cafetería y volamos hasta Bakerfield, unas horas más tarde de dónde lo dejamos. Liz está sirviendo los platos de los sin techo  que hacen cola para poder llevarse algo caliente a la boca.
Está disgustada, aunque no lo aparenta, ella prefería quedarse con Mike, aunque adoraba ayudar en el comedor social y en el cuerpo de paz no era precisamente su lugar favorito en ese momento, aunque ella lo afrontaba con su mejor sonrisa.
Mientras servía plato tras plato de humeante estofado no podía dejar de pensar en Mike, en las ganas apasionadas que tenía de acostarse con él, aunque no se lo decía; desde hacía un tiempo estaba pensando acostarse con él de una vez por todas y por fin había decidido que lo harían el día de su aniversario, dentro de un mes, cumplirían tres años juntos, ni se le pasaba por la cabeza lo que estaba por llegar.

Chelsea había dejado la ventana medio abierta, estaba en la cocina fregando los platos cuando él se subió al roble que estaba al nivel de su ventana, al principio le costó subir pero después encontró el agujero en el tronco y pudo agarrarse con firmeza, se coló por la ventana, su cuarto estaba a oscuras y le llegaban los sonidos del piso de abajo, la habitación olía a ella y el chico aspiró intensamente para empaparse con aquel aroma a primavera, había ropa doblada encima de una silla y libros esparcidos encima de la cama, seguramente había estado estudiando, había una foto de Chelsea y Mary pegada con celo en los bordes de un espejo de pared de forma circular; Mike abrió el cuarto cajón de la mesilla de noche que estaba junto a su cama, retiró varias prendas de ropa interior y al fondo estaba aquella cajita dorada y cuadrada en donde Chelsea guardaba sus más preciados secretos, Mike la había visto esconder aquella caja cuando él la había sorprendido una noche entrando en su cuarto y aunque él había insistido ella nunca quiso enseñársela, alegando que eran cosas privadas.
Y allí estaba él, con la caja en las manos, pensando si abrirla o no; la abrió, un aroma a primavera salió de la cajita, el aroma de ella, dentro había una foto de una mujer y una niña, Mike las reconoció perfectamente, ya que conocía muy bien a esas dos personas, la niña era Chelsea y la mujer Delilah, la madre de Chelsea, ambas casi idénticas, Mike se asombró del parecido de Chelsea con su madre ahora que había crecido y se había convertido en mujer, aunque Chelsea era mucho más hermosa.
Mike apartó la foto, debajo había un anillo, había pertenecido a su madre aunque Mike no lo sabía, también encontró un recorte del periódico del instituto, "Wolf vuelve a conseguirnos la victoria", decía en letras grandes, debajo había una foto de él con la indumentario del equipo de béisbol, luciendo una de sus mejores sonrisas y con el bate al hombro, el resto eran más recortes de periódico, todos referente a noticias sobre él, uno decía en letras grandes y chillonas: "Rey y reina del año 1987" y debajo su correspondiente foto, Mike y Liz vestidos de gala, con sendas coronas cada uno y sonriendo alegremente. Decidió cerrar aquella caja y bajar al encuentro de Chelsea, ella estaba fregando los platos, con un walkman puesto, no lo había oído llegar, tarareaba una canción que Mike conocía muy bien, titulada "I'll be seeing you", una canción muy antigua cantada por Billie Holiday; él no quería asustarla pero no encontraba la manera de avisarle de su llegada sin sobresaltarla, así que se sentó en una de las sillas de la cocina, a espaldas de ella y la miró canturrear y mover ligeramente las caderas mientras fregaba, hasta que no aguantó más y la abrazó por detrás.
-¡Oh, dios!-gritó ella dando un enorme salto, el agua y la espuma saltaron por todas partes.
-Tranquila, soy yo-dijo él riendo.
-Casi me matas del susto, Michael-dijo ella quitándose los auriculares-¿Cuánto tiempo llevas aquí?.
-Poco-dijo él, ella ya se había dado la vuelta así que estaba frente a frente, él la tenía sujeta por la cintura y ella sujeta a su cuello con sus manos.
-¿Y qué has hecho durante ese tiempo tan escaso?-preguntó ella.
-Mirarte.
-¿Todo el tiempo.
-Todo el tiempo, me encanta mirarte y escucharte canturrear.
Ella lo besó, llevaba el pelo suelto, una camiseta azul de manga larga y atada en un nudo en la parte del abdomen, llevaba unos vaqueros y unas zapatillas.
-¿Estabas estudiando?-preguntó él.
-Sí, cosa que deberías hacer tú de vez en cuando.
.Yo estudio.
-Cuando yo te ayudo.
-No siempre me ayudas tú, a veces lo hago yo solo.
-La mayoría de veces que te propones hacerlo tú solo te pierdes y vienes corriendo a suplicarme que yo te lo explique, eso es ayudarte, amor mío.
Él la sujetó por los muslos y la sentó en la encimera, mientras recorría sus muslos por sus manos, ella seguía aferrada a su cuello, mirándolo con una sonrisa pícara.
-¿Qué haría yo sin ti?-dijo él.
-Suspender, seguro-dijo ella riendo y él rió también.
-Más que eso.
Ella se mordió el labio inferior, se acercó a él y lo abrazó, le pasó la punta de la lengua por el lóbulo de la oreja y él cerró los ojos.
-Me encantaría que te quedases esta noche-le susurró ella.
Él la miró dulcemente y le apartó el pelo de la cara, le palpó suavemente la mejilla amoratada y ella cerró los ojos con fuerza a causa del dolor; el golpe de la cara había pasado del morado al negro, pero no tardaría en desaparecer, como todos los golpes que había recibido.
-Siento que esto tenga que ser así para ti, que tenga que dolerte tanto. Siento que tengas que verme con ella.
-Ya estabas con ella cuando todo esto pasó. Ya le pertenecías, no tengo derecho a quejarme.
-Sí que lo tienes, te mereces algo mejor que yo.
-Tú eres todo lo que necesito, todo lo que quiero.
-Te mereces a alguien que te ponga sobre todas las cosas, que te haga sentir que eres lo primero, lo más importante.
Ella se acercó a su oreja, mientras le acariciaba el relieve con sus dedos.
-No ha habido nadie que me haya hecho sentir tan querida como me has hecho sentir tú-susurró ella-Y no sigamos hablando del tema, ahora súbeme a mi cuarto y hazme sentir querida, hazme sentir lo más importante.
-Sí, mi ama, escucho y obedezco-dijo él sonriendo.
La tomó en brazos y la subió arriba.

Una hora más tarde estaban los dos en la cama, desnudos y tapados con la colcha, ella apoyada en el torso de él, mientras él olía su pelo y acariciaba su espalda.
-¿Te conté que Corey Samuels me invitó a salir?-dijo ella de repente.
-¿Corey Samuels te invitó a salir?-preguntó él, ceñudo, entre divertido y molesto.
-Ajá.
-¿Y qué le contestaste?.
-Le dije que lo pensaría
-¿En serio?-preguntó él intentando disimular sus celos, pero sin conseguirlo-¿Estás planteándote salir con Corey Samuels?.
-No, en realidad no, tengo muy claro lo que quiero, pero me da lástima decirle que no.
Él se quedó pensativo, en silencio durante un minuto.
-Quizá sería bueno para ti-dijo él.
-¿Qué sería bueno para mí?.
-Salir con alguien, salir de verdad con un chico.
-Yo no quiero salir con Corey, ni con ningún otro chico.
-Podrías intentarlo.
-No quiero intentarlo. Si no tienes el valor suficiente para acabar con esto lo entiendo, pero no pretendas que lo haga yo-dijo ella-No podría estar con nadie más que tú.
-No es justo. No es justo para ti.
-La vida no es justa, pero no queda otro remedio que seguir hacia adelante. ¿Crees que no me gustaría estar contigo de verdad?, ¿que no me gustaría que me llevaras al cine o a cenar?. Pero esto es lo que hay, lo tengo asumido.
La habitación entera estaba a oscuras y la única luz que iluminaba el cuarto era la de la luna llena que entraba por la gran ventana de Chelsea, bañando el cuarto de plata.
-¿Al cine?-preguntó él-¿A cenar?.
Ella lo miró y asintió con la cabeza.
-Podríamos hacerlo-dijo él.
-No, no podríamos.
-¿Porqué no?.
-¿Me tomas el pelo?-dijo ella-Se darían cuenta.
-No tienen porqué-dijo él-Somos amigos, los amigos salen.
-La gente no verá a dos amigos.
-Me da igual lo que la gente vea-dijo él-¿El sábado a las nueve?.
Ella lo miró, con una sonrisa a punto de brotar.
-¿En serio?-preguntó ella.
Él asintió con la cabeza, sonriendo.
-Me parece bien-dijo ella sonriendo ampliamente-¿A dónde vas a llevarme?.
-Al cine y luego a cenar-dijo él-Y nada de sexo.
-No aguantarás.
-Aguantaré, apuesta lo que quieras.
Ella rompió a reír y él la imitó, le acarició la mejilla, la besó en la frente y la aferró aún más a su pecho, sucumbiendo minutos después al reparador y relajante sueño.

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