PRÓLOGO
Hay un dicho que circula por ahí, una expresión que dice “hay quienes nacen con estrella y otros, estrellados”.
La mayor parte de su vida pensó que él era del escaso grupo que había nacido con estrella, pero desde hacía tres años había ido a parar irrevocablemente al grupo de los estrellados, su vida había dado un giro de 360 grados, había pasado de la completa felicidad a la más desgarradora de las tristezas.
Aquello los cambió a todos para siempre, sobre todo a él, para Noiret Huthley las cosas no eran nada fáciles.
Todo comenzó aquel otoño, cuatro años atrás, mucho había pasado desde entonces pero a pesar del tiempo transcurrido él seguía recordando con nitidez aquel día.
Ella llevaba tiempo sintiéndose mal, enfermaba a menudo, sufría desmayos, perdía peso, siempre estaba cansada.
Noiret tenía 15 años y aunque no prestaba mucha atención al estado de su madre se percató de todas aquellas cosas, ella era joven, solo tenía 41 años, pero en los últimos meses parecía más vieja, más cansada.
Todos empezaron a darse cuenta, su padre Jim, su hermana pequeña Vicky, un año más pequeña que él.
Empezaron a insistirle a Susanna que fuera a ver al Doctor Morris, el médico de la familia, ella se negaba pero después de perder el conocimiento un día y no recordar nada al despertar, su marido prácticamente la obligó, los Huthley sabían que algo le pasaba a su querida matriarca.
Noiret recuerda cuanto lloró al escuchar aquella palabra, aquella palabra que odiaría más que cualquier palabra en el mundo y que, por desgracia, la escucharía muchas veces más y formaría parte de su vida para siempre.
Aquella palabra en cuestión era “leucemia”, no tenía un especial significado, leucemia, no era como “muerte” aunque si iban de la mano, no despertaba en Noiret nada específico, sabía lo que era, conocía la enfermedad y lo que podía provocar.
-Hijo, no debes preocuparte-le dijo su madre, aquella vez, hacía ya cuatro años-Todo saldrá bien, juntos superaremos esto.
Él pensó que si, tenía muchas esperanzas y mucha fe, rezaba a Dios todas las noches, no estaba triste porque creía fervientemente que su madre se curaría.
Finalmente no hubo milagro, su madre murió a los dos años y la fe de Noiret se fue con ella, junto a una gran parte de él.
Actualmente vive refugiado en su propio mundo, en un mundo oscuro, lleno de sombras, de fantasmas, de viejos tiempos, de antiguos recuerdos, de momentos que vuelven para atormentarlo, ha roto consigo mismo, muerto en vida, llevando una existencia basada en la nada, sin motivaciones, sin nada que lo ilusione, que lo haga sonreír, su mirada está vacía ahora, el color de su ropa y de su pelo reflejan la oscuridad en la que habita, sin amigos, sin razones para despertar, apartado de todo y de todos, ese es el camino que ha escogido y como persona adulta deben respetar su decisión, solo un milagro puede sacarlo del agujero pero, ¿cómo esperar un milagro si Noiret no cree en ellos?.
CAPÍTULO 1
-¿Estás preparado?-le preguntó Vicky.
-¿Para empezar el instituto?-preguntó él con tono de burla-Vamos, Vicky, es lo mismo de siempre.
Noiret y Vicky estaban sentados en la mesa de la cocina, desayunando antes de irse a clase, era el primer día del curso.
-De eso nada, cada año es diferente-le contestó ella.
-¿Ah, sí?, ¿qué diferenciará este año del anterior?.
-Para empezar es tu último año-le dijo ella-y nunca se sabe lo que puede pasar.
-Yo te diré lo que pasará-dijo Noiret dejando a un lado sus tostadas y mirando a su hermana, divertido-Pasará que terminaré el curso con matrícula de honor, como siempre y me marcharé a la universidad. Y dejaré este apestoso pueblo muy lejos.
-Tú no odias Medford-le dijo ella-Engáñate a ti mismo si quieres, pero siempre has adorado este lugar.
-Ya no-dijo él mordiendo su tostada.
Noiret mentía, adoraba vivir allí, Medford era un pueblo situado en el Condado de Jackson, Oregón, tenía 181.269 habitantes, unos bosques frondosos y preciosos, producía muchas avellanas, madera y papel y su animal regional era el Castor, era un sitio precioso y además de adorarlo había nacido allí y en sus 18 años de vida no había querido vivir en otro lugar, su sitio favorito era el acantilado de la Costa de Klamath, a un par de millas del pueblo, a donde solía ir a menudo a ver como las olas rompían contra el desfiladero, donde pensaba y donde mejor se solía sentir.
La vuelta al instituto había sido como él esperaba, al llegar al aparcamiento del edificio todos se habían quedado mirando su desgastada Pick Up roja del 87, no porque la camioneta estuviera en malas condiciones (aunque tampoco estaba en perfecto estado), sino porque Noiret Huthley era el propietario de aquel automóvil.
Siempre lo habían observado, estaba acostumbrado a que lo miraran sin parar pero esta vez era diferente, la manera en la que lo miraban ahora era muy diferente a la de dos años atrás, ahora lo miraban con curiosidad, con malicia algunos, murmuraban a su paso, otros se reían, pero él hacía caso omiso de todo eso, le daba igual que hablaran o murmuraran cosas sobre él, lo único que le molestaba es que se metieran con Vicky, sabía que las miradas y los cuchicheos no eran solo por él, por su aspecto, también por Vicky, porque todos lo sabían.
Vicky tenía un año menos que Noiret, por lo tanto estaban en cursos diferentes, Noiret tenía pánico a marcharse a la universidad y dejarla sola en aquel sitio horrible donde se metían con ella, incluso le había propuesto que no asistiera el año próximo al instituto, ya que, según él, sería una pérdida de tiempo, según Noiret, que Vicky fuera a clase era una estupidez.
Era una chica preciosa, de pelo largo y lacio, de un castaño precioso, claro y caoba, de ojos grandes y castaños, del mismo tono que su pelo, era alta y delgada, tenía un cuerpo precioso.
La acompañó hasta la misma puerta de su clase de Francés y al ver que el Profesor Stewart aún no había llegado le cerró el paso al aula, interponiendo su brazo en el marco para que Vicky no pasara.
-Espera a que venga el profesor-le dijo él, apartando el brazo para que los demás entraran y apoyándose en la puerta, mirando a su hermana.
-Vas a llegar tarde a Literatura-le dijo ella, frunciendo el ceño-Vamos, Noiret, puedo arreglármelas sola.
-Sé que puedes, pero no quiero que ningún capullo se meta contigo-respondió él.
-No puedes evitarme cada tropiezo-dijo ella mirándolo entristecida.
-Quizá no pueda evitar que tropieces, pero si puedo evitarte la caída-dijo dedicándole una dulce y leve sonrisa-Ahí viene el profesor, diviértete en clase de Francés.
-Y tú en Literatura-le dijo ella alzando un poco la voz, ya que Noiret ya avanzaba por el largo pasillo.
-Lo dudo mucho-dijo él, también alzando la voz-ya no tienen nada que enseñarme.
Vicky sonrió ampliamente y se metió en clase, todos se quedaron mirándola, ella caminó rumbo a un pupitre vacío sin bajar la cabeza ni un milímetro, como Noiret le había dicho.
Se sentó al lado de tres de sus mejores amigas, Trisha, Debra y Kendra, verlas en clase no era nada sorprendente, durante el verano no habían dejado de salir, siempre y cuando Vicky se sintiera en condiciones.
Debra Milla Kurilenko es una belleza exótica, como sus amigas Kendra, Nora y Trisha, el contraste de culturas se reflejaba en ellas, haciéndolas hermosas.
Debra, o Deb, como solían llamarla había nacido en Ucrania, de donde es su padre y había heredado el tono dorado de su piel por su madre, que es Hawaiana. Tiene unos preciosos y enormes ojos, sus ojos poseen una particularidad, algo que no se ve mucho, el derecho es verde y el izquierdo marrón, lleva el pelo largo y ondulado, de color castaño y es bajita y delgada, aunque con una figura espectacular. Aunque no haya nacido en Medford, se siente del pueblo, ya que vive en el condado desde los dos años.
Kendra Lucía Simmons Cortez es la latina del grupo, aunque nacida en Medford, su padre es natural de Medford y su madre Portorriqueña, Kendra ha heredado todos los rasgos latinos de su madre, algo que le encanta, su piel es morena, al igual que sus ojos y su pelo largo y ondulado.
La tercera belleza exótica responde al nombre de Patricia Robyn Bouvier, Trish para sus amigos, bajita y delgada, sus ojos verde esmeralda resaltan de manera impresionante sobre su piel oscura de ébano, al igual que sus labios carnosos y su pelo negro azabache, que siempre lleva corto por encima de los hombros, liso y moderno. No era natural de Medford, había nacido en las Islas Barbados y su padre es Francés y su madre afroamericana y aunque sus padres residían en Medford cuando fue concebida, el destino quiso que naciera en Barbados cuando sus padres fueron allí por motivos de trabajo.
Ellas tres, junto a Nora sufren constantemente los problemas del racismo, sobre todo en el Klamath High School, donde, si no eres una Barbie rubia de ojos azules o una animadora, no eres nadie.
-¿Hut sigue acompañándote a todas partes?-preguntó Kendra.
-Ya sabes cómo es, tiene miedo de que se metan conmigo-contestó Vicky.
-Pero nosotras no permitiríamos eso-dijo Debra.
-Y él lo sabe, Deb, pero se siente más seguro haciéndome de guardaespaldas-dijo Vicky.
-Hey, chicas, ¿puedo sentarme con vosotras?.
-Peabody, no hace falta que preguntes-dijo Trisha-Siéntate sin más.
-Hola, Vicky-dijo Peabody sentándose a su lado-Vaya, estas muy guapa.
-Gracias, eres un encanto-dijo Vicky besando al chico en la mejilla.
Alexander Peabody, de pelo largo hasta las orejas, rubio, de ojos azules, alto y corpulento, ágil y rápido en el campo de rugby pero patoso y tímido en su vida cotidiana, las chicas de la pandilla adoran su dulzura, su bondad y su ingenuidad.
Peabody era uno más de la pandilla, en realidad eran como una gran familia y muy numerosa, formada por Vicky, Trisha, Debra, Kendra, Peabody y también por Cam, Nora, Neil, Chase, Pete, Dex y Taylor, Noiret había formado parte de ella pero el mismo se había excluido, sumido en su propio dolor y también habían formado parte Julie, su hermano Charlie y Chris, pero finalmente habían tomado caminos diferentes.
Cuando Noiret entró en clase de Literatura también lo miraron, pero él, al contrario de su hermana, no tenía intención de sentarse al lado de nadie, divisó un pupitre al fondo del aula y lo fijó como objetivo.
Pasó delante de un grupo sentados todos juntos, todos chicos salvo una chica, eran sus antiguos amigos, Chase, Cam, Nora, Neil, Peter, Dexter y Taylor, que lo miraban con nostalgia y le dedicaban unas tímidas sonrisas.
Noiret solo los miró una vez, apartó bruscamente la mirada, asintió una sola vez con la cabeza a modo de saludo y fue a sentarse al pupitre.
Los chicos se miraron entre ellos, confundidos y tristes, para retomar de nuevo la conversación que mantenían antes de la entrada de su antiguo amigo.
-Hola a todos y bienvenidos a, espero, vuestro último curso-dijo el profesor Swan al entrar al aula-Espero que hayáis pasado un buen verano. Antes de empezar me gustaría presentaros a un par de alumnos nuevos; los nuevos, por favor, ¿podéis venir aquí?.
Solo dos se pusieron en pie y caminaron desganados hasta el escritorio del profesor Swan.
-Bien, os presento a vuestros nuevos compañeros, Brenton Miller y Matthew Chambers, ¿chicos?-el profesor Swan le dio paso a los dos muchachos que estaban de pie frente a toda la clase.
Ambos se miraron, intentando averiguar quién empezaría primero.
-Bueno, me llamo Matt y vengo de Fresno-dijo el chico, cortante-Estudiaba en una academia privada.
Matt es alto y delgado, tiene el pelo castaño y largo hasta las orejas, sus ojos son pequeños, rasgados y castaños, la manera en la que iba vestido resaltaba mucho con el estilo de Medford, vestía con una camiseta de manga larga y botones, el tipo de camisa que uno se pone para un traje con corbata, en cierto modo lo único que le faltaba a su indumentaria era la americana, porque llevaba una corbata negra sobre la camisa color beige, pantalones de pinza negros y mocasines negros.
-Para los que no lo sabéis, Fresno esta en California-dijo el profesor Swan.
-Papá, ya lo sabemos-contestó Julie, la hija del profesor Swan y ex novia de Noiret, no había dejado de mirar a Noiret desde que este cruzó la puerta.
Juliette Swan, Julie, es una de las chicas más guapas del instituto Klamath, suele llevar su bonito pelo negro largo casi hasta las costillas pero se lo había cortado, dejándoselo a la altura de la mandíbula, tenía unos preciosos y enormes ojos oscuros, una boca preciosa, de labios alargados y carnosos, no era ni alta, ni baja, una estatura media y tenía un cuerpo de infarto.
-¿Brenton?-instó el profesor Swan, mirando con reproche a su hija.
El chico que respondía al nombre de Brenton John Miller viste vaqueros, camisa verde y encima una cazadora de cuero, su pelo negro y rebelde le llega casi hasta las orejas, tiene los ojos castaños y pequeños y puede verse que hoy no se ha afeitado, pues luce una leve sombra oscura en su cara, no es muy alto pero si corpulento.
-Me llamo Brent y vengo de Richmond, Washington-dijo Brent-Estudiaba en el Columbia High School.
-Sabémos donde esta Richmond-dijo Taylor, bromeando-Pero supongo que tenemos cara de estúpidos.
Brent lo miró desafiante, sin captar el tono de broma de Taylor.
-Venga tío, no te mosquees, Taylor esta de coña-dijo Chase señalando al susodicho, que se echó a reír.
Brent dibujó una sonrisa maliciosa y superficial.
-Arriba los nuevos-dijo el profesor Stewart.
También Vicky tenía compañeros nuevos, tres, para ser exactos, dos chicos y una chica.
-Las damas primero-indicó el profesor Stewart.
-Me llamo Amy Rodríguez y vengo de Richmond-dijo la chica-Estudiaba en el Instituto de Columbia
Amy Celia Rodríguez es una chica de estatura media, con un físico espectacular, tiene unos impresionantes y enormes ojos verdes, que resaltan sobre su piel clara, sus labios gruesos, carnosos y bonitamente dibujados, lleva su pelo castaño claro largo hasta el pecho, con flecos y liso.
-Soy Nick Cassidy y también vengo de Richmond, estudiaba con Amy en Columbia.
Nicholas Cassidy es un chico alto y corpulento, de pelo rubio y corto, en punta y ojos azules, viste con ropa de firmas importantes, aunque no como Matt, Nick es más informal.
-¿Así que ya os conocíais?-preguntó el profesor Stewart.
-Sí, somos amigos, nuestros padres están muy unidos y decidieron venir todos a Medford-respondió Amy
-Eso es genial, ¿tú también has venido con ellos, Sam?-preguntó el profesor Stewart.
-No, yo vengo de Nueva York-dijo el tercer chico-De Manhattan, para ser exacto, estudiaba en el Hoboken High School, por cierto, me llamo Sam O’Connor.
Samuel O’Connor es un intermedio entre Nick y Matt, viste muy pijo, con camiseta de vestir, como la de Matt, pero sin corbata, negra con rayas grises, pantalón de pinza negro y mocasines negros, lleva el pelo largo hasta la mandíbula, de color castaño claro, con reflejos rubios, tiene unos penetrantes ojos color azul eléctrico, cejas espesas y alargadas y labios alargados y gruesos.
Vicky, Kendra, Trisha y Debra miraron a los chicos y los evaluaron, como hacían siempre aunque a ninguna les interesara, todas, excepto Vicky, tenían pareja.
CAPÍTULO 2
Vicky no tenía miedo de andar sola por el instituto, no temía ir sola hasta la cafetería, pero la inquietaba, Debra, Trisha, Kendra y Peabody no estaban en aquella última clase antes del almuerzo, ellos cuatro y Vicky no compartían la clase de Cultura Griega, de ese modo no podía dirigirse a la cafetería del instituto con ellos.
Y para colmo Noiret no estaba en la puerta, su clase debía de haberse retrasado, así que barajó dos posibilidades, ir sola a la cafetería y esperarlo allí, sentada con los chicos o esperarlo en la puerta de la clase recién terminada a esperar que él pasara a buscarla; decidió esperar, porque si Noiret no la veía se volvería loco.
-Bonito peinado-le dijo una chica que salía del aula.
Aquella chica en cuestión era Jessica Jones, conocida por todos como J.J, era una chica alta y delgada, de piel morena, su pelo, largo y ondulado era castaño, como sus ojos.
Detrás de J.J iba Sarah Finne, su sumisa amiga, de pelo largo y rubio y ojos azules y rasgados, era bajita pero tenía buena figura, fruto de sus entrenamientos con las animadoras.
Vicky no le contestó, se limitó a mirar fugazmente a las chicas, J.J sonrió, maliciosa.
-¿Dónde te lo has comprado?-preguntó J.J-¿Me prestarás una de tus pelucas para Halloween?.
-Vete a la mierda-le dijo Vicky, sin siquiera mirarla.
La expresión de J.J se contrajo, furiosa.
-¿Qué pretendes?-le preguntó J.J-¿Quieres que te quite la peluca?, ¿quieres ir calva hasta tu casa?.
-Dejadla en paz-dijo Amy interponiéndose entre Vicky y J.J, mirando desafiante a J.J.
-¿Y si no qué?-preguntó J.J.
Amy no le contestó, se limitó a mirarla desafiante.
-Jess, vámonos-dijo Sarah-Déjalas, por favor, vámonos a comer.
J.J estaba a punto de insistir en sus amenazas, pero entonces vio a Noiret correr desde el final del pasillo.
-Corre-le dijo J.J a Sarah y ambas echaron a correr.
-¡Jessica!-gritó Noiret, furioso, pero las dos chicas habían doblado la esquina del pasillo y se habían perdido de vista.
-Vicky-dijo Noiret al llegar a ella-¿Estás bien?.
-Sí, tranquilo-dijo Vicky-Amy me ha defendido.
Entonces Noiret se percató de la presencia de la chica y aquellos enormes ojos verdes lo inmovilizaron por completo.
-Cualquiera en mi lugar hubiera hecho lo mismo-dijo Amy.
Ella no podía apartar los ojos de aquel chico misterioso y enigmático, de aquel ser atormentado, era bastante alto y también muy corpulento, su piel era ahora clara, aunque en el pasado había estado todo el tiempo bronceada, tenía unos impresionantes ojos grises, como la niebla, unos ojos que dejaban sin aliento, cubiertos con una considerable capa de eyeliner, llevaba el pelo muy largo y muy negro, aunque se notaba que lo llevaba teñido, pues el bello de su cara era rubio, llevaba dos aros en el labio inferior, se tapaba medio rostro con el pelo, llevaba las uñas pintadas de negro y su ropa era también negra, llevaba una sencilla camiseta oscura, unos pantalones de cuero negros y unas pesadas botas negras, también sus orejas estaban llenas de aros de plata, la tristeza era palpable en sus ojos, en su rostro.
-No, cualquiera no-dijo él mirándola directamente a los ojos-Gracias, Amy.
Su voz, ahora que estaba tranquilo y había recuperado el aliento, era suave, serena y melodiosa, profunda, tranquilizadora.
-De nada, supongo-dijo Amy.
-Me llamo Vicky-se presentó la chica-Y este es mi hermano Noiret.
-Encantada-respondió Amy con una sonrisa.
Noiret asintió con la cabeza a modo de saludo, mientras Vicky le estrechaba la mano, presentándose formalmente.
-Amy es nueva-dijo Vicky a Noiret-Acaba de llegar de Washington.
-Washington-repitió Noiret-Demasiado frío allí.
-Y que lo digas-dijo Amy riendo.
Noiret la miraba con ojos curiosos, escrutadores, analizando cada pequeño detalle de aquella preciosa muchacha de extraordinarios ojos.
-Bueno, tenemos que irnos, Vicky-le dijo el chico, sujetándola con suavidad por el codo.
Vicky lo miró unos segundos y puso los ojos en blanco.
-Está bien, pesado-dijo Vicky, mirando de nuevo a Amy-Gracias de nuevo, Amy, espero verte mañana.
-Seguro-dijo Amy sonriendo-Y no me des más las gracias, en serio, no tiene importancia.
Vicky le dedicó una bonita sonrisa a la chica, le tomó la mano y se la apretó levemente en señal de agradecimiento.
Llegaron a la cafetería, atestada de estudiantes, como siempre, Noiret y Vicky echaron un vistazo, decidiendo donde sentarse.
Habían varias mesas vacías, Noiret le indicó la más alejada de la multitud.
-¿Tan lejos?-preguntó la chica, parándose en seco y deteniendo también a su hermano-¿Por qué no nos sentamos con los chicos?.
Vicky señaló una mesa en mitad de la cafetería, llena de chicos y chicas, eran la pandilla de Noiret, más bien, la antigua pandilla de Noiret, al completo.
-¿Te gustaría sentarte con ellos?-preguntó Noiret y ella asintió con la cabeza-Ve, pues.
-¿Tú no vienes?-preguntó ella.
Él se la quedó mirando, entristecido, tardó varios segundos en contestar, como si estuviera pensando en la respuesta, la verdad es que sabía que contestar pero no sabía cómo decírselo a su hermana una vez más, como casi todos los días en los que ella intentaba, en vano, que Noiret se sentara con los chicos de nuevo.
-No, Vicky-dijo por fin-Ve tú con ellos, yo me sentaré ahí.
-Venga, Noiret-insistió ella, suplicante.
Él la miró brevemente y sin mediar palabra se dirigió a la mesa vacía, apoyó su bandeja en ella y se sentó con desgana, se colocó los auriculares en las orejas y comenzó su rutina diaria, daba algún que otro bocado a su comida y la tiraba al cubo de la basura casi en su totalidad.
Vicky lo observaba todo desde la mesa, mientras los chicos charlaban animadamente sobre el próximo partido.
Vicky vio a Amy en una mesa no muy lejos de la de ella, con ella estaban Nick, el chico nuevo y otro que también debía ser nuevo, un chico moreno, de cabello revuelto y chaqueta de cuero.
En ese momento Amy se fijó en que Vicky estaba a un par de mesas de la de ella y que la miraba, Amy le sonrió y la saludó con la mano, Vicky le respondió de la misma forma.
-¿La conoces?-le preguntó Chase.
Chase Hoffman St.Pierre había nacido en Medford y conocía a Noiret desde que tenía uso de razón, habían sido los mejores amigos desde que ambos lograban recordar, como si ya hubieran nacido siéndolo.
Chase es un chico tranquilo, pacífico, noble y muy amigo de sus amigos, es alto y musculoso, su pelo es rubio y lo lleva corto y en punta, tiene unos penetrantes ojos oscuros y una sonrisa encantadora.
Precisamente aquel día llevaban todos los chicos del equipo la cazadora de Los Castores de Medford, que así se llamaba el equipo y Chase no era una excepción, también el lucía la cazadora blanca y azul.
-Más o menos-le contestó Vicky-Ha dado la cara por mi antes, cuando J.J se ha metido conmigo.
-¿J.J ha vuelto a meterse contigo?-preguntó Chase, colérico.
-Chase, déjalo-le dijo Vicky sonriendo y dándole unas palmadas en el hombro-No tiene importancia.
-Sí que la tiene, estoy harto de que esa imbécil se meta contigo, ¿no tiene nada mejor que hacer?-Chase estaba furioso.
-Hey, ¿qué pasa?-preguntó Neil, haciéndose eco de la exaltación de Chase.
Neil Somerseth es puro nervio, es bajito aunque musculoso, de pelo rubio y ojos azul oscuro, es el más osado del grupo, todo lo que tenga que ver con el riesgo le apasiona, no sale de casa sin su monopatín pero también hace surf, puenting y todo lo que le suponga una buena dosis de adrenalina, pero lo que en realidad le apasiona es el baile, bailar funky, breakdance, hip-hop, streetdance, etc.
-No pasa nada, Neil-interrumpió Vicky.
-J.J ha vuelto a meterse con ella-dijo Chase.
-¡Chase!-le dijo Vicky levantando la voz y dándole un leve golpe en la nuca con la mano-¡Eres un bocazas!.
-¿Qué?, es la verdad-dijo Chase frotándose allí donde Vicky le había pegado.
-Hablaremos con ella, Vicky-intervino Cam.
Cameron Brewster es el más temperamental del grupo, se enfurece con facilidad pero aún así sabe mantener la compostura; lleva la cabeza rapada, por pura comodidad, tiene los ojos rasgados y verdes y unos labios alargados y carnosos, tiene una altura media aunque es realmente corpulento y musculoso, tiene varias cicatrices en la cara y el cuerpo, tiene una alargada bajo el ojo derecho, otra en el labio superior, otra le cruza la ceja izquierda, en forma de tajo y donde no le crece más el vello, sin contar las otras que luce en el cuerpo, todas fruto de su mala conducta y sus peleas constantes, aunque hace bastante tiempo que se mantiene al margen de todo eso.
-No hace falta-le dijo Vicky a Cam, pero mirando también al resto.
-Calmaos, chicos-intervino Nora, al ver el apuro en los ojos de Vicky-Las chicas y yo nos ocuparemos del tema.
-¿Seguro?-preguntó Chase.
-Sí, Chase, seguro-intervino Kendra-Relájate.
Nora James era la chica de Cam, todo lo contrario a él, dulce, tierna, sensible, pero como dicen los polos opuestos se atraen y Nora había sido la salvación de Cam, su razón de vivir.
Nora también sufría el racismo en el instituto, junto a sus amigas Trisha, Kendra y Debra; al igual que Kendra ella es natural de Medford, aunque con padre Americano y madre Thailandesa, de la que ha heredado todos sus rasgos; belleza exótica, labios gruesos y alargados, piel clara, pelo castaño oscuro, largo y lacio, ojos rasgados, grandes y de un color verde jamás visto, es pequeñita pero atlética, ya que forma parte de las animadoras del instituto, junto con Trisha, Debra y Kendra; aunque sea un año mayor que ellas y esté un curso más avanzado, Vicky, Trisha, Kendra y Deb son sus mejores amigas.
Y desde una mesa no muy lejana se formulaban preguntas similares.
-¿La conoces?-preguntó Brent a Amy.
-Más o menos-respondió la chica-Estoy en su clase.
-¿Y porque te saluda como si te conociera de toda la vida?-preguntó Brent, sarcástico.
Amy lo miró con reproche.
-Tuvo un problema antes, después de finalizar la clase y le eché un cable-dijo Amy-Esta agradecida, eso es todo.
-Vaya, parece que conectas con los paletos de Medford-dijo Brent, burlándose.
-Brent-lo reprendió Amy.
-Perdona, no sabía que te gustara tanto este sitio-dijo Brent, aún riéndose.
-Bueno, no es que me vuelva loca-dijo ella-Pero podría ser peor.
-¡Hey, Julie!-gritó Nick.
Julie estaba parada en mitad de la cafetería con una bandeja en las manos, miraba hacia todas partes, como si estuviera decidiendo donde sentarse.
Vió al entusiasta Nick y fue a sentarse con él, al fin y al cabo era su novio, ¿con quién si no se sentaría?, se le ocurría una respuesta bastante sencilla a esa pregunta y la respuesta no era Nick.
-¿Dónde estabas?-preguntó Nick cuando ella se hubo sentado-Te esperé al final de tu clase.
-Fui un momento al baño-dijo Julie, con expresión seria.
Para Nick, Amy y Brent aquella actitud de Julie era normal, para ellos era algo usual, pero para los que la habían conocido desde siempre, para la pandilla, para todos los de Medford era diferente, todos ellos sabían que Julie había cambiado, al igual que Noiret, para Nick no era extraño verla seria, arisca, distante, fría.
Nick pensaba que ella era así, pero la realidad era que Julie había sido todo lo contrario antes de que Noiret la dejara, desde siempre había sido una chica risueña, alegre, optimista, cariñosa; ahora era una chica totalmente distinta y todos sabían el porqué de aquel cambio brusco y repentino.
Julie apenas prestaba atención a la cháchara de su novio, miraba a Noiret, sentado al final de la cafetería, mirándola penetrantemente, con su ropa oscura, su pelo cayendo en su cara, cubriéndole la mitad del rostro, por lo que solo podía ver el lado izquierdo de su cara, veía un solo ojo color gris niebla, pintado con eyeliner negro, veía solo un pedazo de su boca, de sus labios, un aro plateado colgaba del labio inferior; el permanecía allí sentado, con los auriculares puestos, los brazos cruzados y sin dejar de mirarla, mientras la chica empezaba a hiperventilar, agitada, nerviosa, mientras comenzaba a sentir un agujero en el pecho, donde debería estar el corazón.
Agitada, se obligó a apartar sus ojos de los ojos de niebla del chico, a sabiendas de que se pondría a hiperventilar histéricamente y todos se percatarían de su estado.
Se concentró en su bandeja, intentando quitarse de la mente aquellos ojos.
-Julie, ¿qué te pasa?-preguntó Amy, preocupada.
-Estoy bien-dijo Julie, sonriendo disimuladamente-Me he mareado de repente.
-¿Estás bien, cariño?-preguntó Nick, asfixiante como siempre.
-Ya pasó-dijo Julie-No es nada, Nick.
-¿Seguro?-insistió Nick.
-¡Que sí!-dijo Julie, cortante, mientras Nick se azoraba.
-Bueno, perdona-dijo Nick-Solo me preocupaba por ti.
-No, Nick, perdóname tú-dijo Julie acariciándole la mejilla.
Noiret contemplaba todo aquello con las mandíbulas tensas y los ojos entrecerrados, se puso en pie con brusquedad, recogió su bandeja intacta y tiró todo al cubo de la basura, luego pasó a grandes zancadas al lado de la mesa de Julie, furioso; todos se percataron de su reacción.
-¿Y a ese que le pasa?-preguntó Brent, ceñudo-Será gilipollas, ¿de qué va?, ¿piensa que es El cuervo o qué?.
-Cállate, Brent-dijo Julie.
Brent se quedó atónito, no estaba acostumbrado a que lo desafiaran de esa manera ni a que lo cuestionaran, estaba acostumbrado a que todos le rieran las gracias y le siguieran el rollo, por lo que la actitud cortante de Julie lo dejó fuera de juego y más viniendo de una chica.
-¿Es amigo tuyo?-preguntó Amy, curiosa por saber más cosas sobre aquel chico.
-No sabría qué contestarte, Amy-dijo Julie-Supongo que lo fué.
-¿Y ya no?-preguntó Amy.
-Noiret ya no tiene amigos-dijo Julie, sonriendo con amargura.
-No me extraña, con esas pintas-dijo Brent.
-Él no era así-dijo Julie.
-¿Ah, no?-preguntó Amy-¿Cómo era?.
Julie la miró durante un par de segundos y luego le indicó la mesa de la pandilla con la cabeza.
-¿Ves a todo ese grupo de ahí?, ese grupo grande de gente-dijo Julie y al ver que Amy asentía continuó-Todos esos eran sus amigos, eran una piña, no se separaban jamás, ¿ves al chico corpulento y rubio?.
-Ahí todos son corpulentos-dijo Amy riendo-Y muchos de ellos son rubios también.
-Tienes razón-dijo Julie riendo, sin alegría-Bueno, ¿ves a la chica de pelo castaño rojizo?, esa es su hermana y el que está sentado junto a ella es Chase Hoffman, era su mejor amigo.
-¿Y qué le pasó a Noiret?-preguntó Amy llena de curiosidad.
-Noiret, bah, menudo nombre de marica-dijo Brent y Nick le rió la gracia, como siempre.
-Brent-le reprendió Amy para que callara.
-Es una larga historia-dijo Julie y en ese momento sonó la sirena que daba fin a la hora del almuerzo-Y nosotras no tenemos tiempo.
Amy se quedó intrigada, deseosa de saber más, de descubrir el porqué del cambio de Noiret.
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