miércoles, 16 de mayo de 2012

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Otro año. Otro año que tengo tu foto ante mi, mientras pienso en lo que escribirte. Es tu tercer aniversario, tres años desde que te fuiste, tres años desde que te fuiste sin avisar y me rompiste el alma.
Miro tu foto y pienso “¿de verdad te has ido?”, después de tres años sigo sin creérmelo del todo. Miro tu foto y pienso que esos ojos jamás volverán a mirarme, jamás volveré a escuchar tu voz. Nada a mejorado, han pasado tres años y me sigue doliendo igual, se me sigue haciendo igual de difícil. No sé, quizá es que no soy capaz de aprender a vivir sin ti.
Es como una fisura enorme en mi ser, en mi interior, en todo lo que soy, una fisura donde se me cuela el aire y me hace sentir un vacío enorme. Por mucho que me empeñe en reconstruírme no puedo, no soy capaz de construir nada sobre esa fisura que dejaste, no soy capaz de sentirme entera, nunca volveré a sentirme completa, nunca experimentaré la felicidad absoluta, al menos no en vida.
Te echo de menos, te echo tantísimo de menos, no sabes cuánto duele que ya no estés, jamás imaginé que podría doler tanto, jamás imaginé que sería tan duro!. Daría todo por poder abrazarte, por poder decirte como me siento, poder decirte todo lo que no te dije y que llevo clavado en mi alma como una espina. Querría decirte que te quiero con toda mi alma, que siempre te quise, que te echo de menos y que no hay día que no te lleve conmigo, que no te recuerde. Siempre pienso en ti, siempre te encuentro en las pequeñas cosas, en los recuerdos. Fuiste una de las personas más importantes de mi vida.
Mi Peter Pan, y yo tu sombra, salvo que ahora Peter no perdió su sombra, su sombra perdió a Peter, y sin él, jamás volverá a estar completa.
A pesar de todo eres tú el que me da fuerzas cuando pierdo las mías, el que me hace seguir adelante y luchar, el que me hace ver que la vida es bonita a pesar de todo. Siento que cuando te fuiste me dejaste un poco de ese amor que sentías por la vida.
Al menos tengo el consuelo de saber que me esperas donde tú y yo sabemos, en algún lugar sobre el arcoíris, donde los problemas se disuelven como caramelos de limón, el algún lugar sobre el arcoíris será donde te encuentre, y sé que cuando lo haga tú me sonreíras, con esa sonrisa tuya que tanto echo de menos, me cogerás de la mano y me completarás, el dolor se irá y al fin podré abrazarte y decirte todo lo que no te dije.
                              Te quiero muchísimo, hermano!


lunes, 14 de mayo de 2012

Perfection exists


Gente que se va, gente que llega.

A veces nos aferramos a gente que ha formado parte de nuestra vida siempre por ese motivo, por haber estado en nuestra vida siempre, pero que ya no nos aporta nada. Nos aferramos por cariño, por costumbre, y nos cuesta dejar entrar a gente nueva, a gente que nos aporte lo que necesitamos justo ahora. También hay gente que conocemos de siempre y a la que no hemos dado oportunidad, pero que de repente se convierte en un pilar fundamental en tu vida y te aporta lo que necesitas, te completa, y te sorprende no haber tenido en cuenta a esa persona a pesar de conocerla de siempre. La vida da muchas vueltas, la gente cambia, y nada es para siempre, nada es eterno, los sentimientos mutan, mueren, y personas, de las que pensabas que no podrías prescindir nunca, se vuelven prescindibles de repente, y a la inversa.

martes, 8 de mayo de 2012

Lo que comúnmente se conoce como "Un día de mierda"

Hoy es uno de esos días en los que me gustaría tener alas y echar a volar, uno de esos días en los que me gustaría olvidarme de todo y de todos, de dejar atrás todo y a todos, sin mirar atrás, sin preocuparme de nada. Uno de esos días en los que estoy enfadada con el mundo, con la gente y con la vida, quizá no tenga razones, quizá sí, pero es algo que no puedo evitar.
Hoy es uno de esos días en los que no quiero más compañía que la mía, uno de esos días en los que sólo hallo consuelo en mí misma. Uno de esos días en los que no quiero comer, donde la única voz que no me irrita es la que sale del altavoz del reproductor de mi Ipod, donde querría sentir el doloroso y placentero proceso de un tatuaje.
Lo que comúnmente se conoce como "Un día de mierda".

domingo, 6 de mayo de 2012

Fragmento de "Cicatrices"


Caminaba de vuelta a casa por el atajo de siempre, la noche se cernía sobre él, la oscuridad aplastante, y en el cielo, una luna llena grande y luminosa como un foco de luz, alumbrando la senda que debía seguir para llegar a casa. No había más sonido que su respiración y el sonido de sus pasos sobre el camino cubierto de tierra y piedrecitas. Ni un sólo sonido procedente del bosque, ni una señal que procediera de él, ni el piar de un pájaro, ni el sonido insistente de un pájaro carpintero trabajando laboriosamente, ni ningún crujir de ramas provocado por los pasos de un ciervo.
Nada.
Nate empezó a ponerse nervioso, lo inquietaba la carencia de vida en el bosque, su respiración empezó a acelerarse, empezó a sudar y a caminar apresuradamente, con la mochila al hombro, sin rastro de ningún ataque, su brazo, libre de escayola.
Caminaba con la vista clavada en la tierra, sin mirar hacia adelante ni hacia atrás, y mucho menos a derecha o izquierda, donde empezaban los límites del bosque.
No había vida en el bosque, pero él sabía que algo lo perseguía, la sombra oscura iba tras él y no tenía intención de dejarlo escapar, no esta vez.
Como para confirmar su inquietud, un gruñido ensordecedor cubrió todo el bosque, Nate cayó de rodillas en la tierra, tapándose fuertemente las orejas con las manos, paralizado, hasta que el gruñido cesó. Se quedó de rodillas en el suelo, respirando aceleradamente, mirando hacia todas partes, con la certeza de que la sombra oscura se abalanzaría sobre él de un momento a otro.
Se puso en pie, mirando hacia todas partes, agudizando el oído, esperando escuchar algo revelador, algo que le confirmara o desmintiera la presencia de aquella sombra oscura.
Entonces oyó sus pasos acelerados, las ramas cediendo y crujiendo bajos sus enormes patas de animal, venía corriendo por el bosque y sus pasos sonaban como el traqueteo de un rinoceronte.
Nate echó a correr, aterrorizado, sintiendo las patas del animal a su espalda, golpeando la tierra del camino, escuchando sus gruñidos guturales y salvajes, sintiendo su respiración en su nuca, sintiendo como el animal estaba a punto de atraparlo. Pero antes de que éste lo atrapara se dio la vuelta y Nate lo vio, vio un enorme lobo negro, lanzándose ya sobre él, con la boca abierta y una hilera de dientes amarillos como cuchillas, sus ojos ambarinos, esos ojos color ámbar con la pupila en vertical fue lo último que vio antes de que el lobo lo derribara, abriendo sus fauces aún más, dispuesto a devorarlo.
Entonces despertó, empapado en sudor frío, gritando y jadeando de terror, mirando a su alrededor, estaba a salvo, estaba en su habitación, justo en su cama y el peso de la escayola en su brazo terminó de devolverlo a la realidad, convenciéndolo de que había sido una pesadilla.
Salió de la cama y fue hasta el cuarto de baño, llenándose las manos de agua y cubriéndose la cara, refrescándose y desprendiéndose del sudor de la horrible pesadilla y mirándose al espejo. No vio a nadie extraordinario, sólo a un chico de complexión normal, tirando a delgado, alto, de pelo castaño y corto y ojos verdes.
Al volver a su cuarto tropezó con su mochila, que descansaba en el suelo, totalmente destrozada, la cogió, yendo hasta la cama y sentándose, examinándola con detenimiento. Cuatro franjas la cubrían por completo, deshilachándola, cuatro franjas como si cuatro pezuñas la hubiesen rasgado, haciéndola jirones. Y algo más, algo blanco entre los jirones. Nate lo sacó, sin poder creerse lo que tenía en las manos.
Una uña, una uña completa, llena de tierra y con sangre en los bordes de la raíz, pero no parecía una uña de animal, sino de humano. No podía ser de animal y mucho menos de un animal tan grande, la uña era incluso más pequeña que las de Nate.