domingo, 18 de marzo de 2012

Fragmento de "La dama púrpura", en fase de creación.

-¿Te ha pegado alguna vez?-preguntó Jo.
Heather negó con la cabeza, sorprendida por la pregunta.
-¿Por qué me preguntas eso?.
-Por nada, olvídalo.
-¿Piensas que es cómo su padre?.
Jo la miró sorprendida, sorprendida porque Heather fuera conocedora de ese detalle.
-¿Crees que no me lo habría contado?. Hemos pasado cinco años juntos, me contó que su padre pegaba a su madre al poco de conocernos.
-Debí suponer que lo sabrías.
-Jamás me ha tocado. Ni siquiera me ha levantado la voz. Jake no es un maltratador, Jo. Quizá no dude a la hora de golpear a un hombre a la mínima, pero jamás pegaría a una mujer. No es como su padre. Ni como tu marido.
Jo la miró con los ojos como platos, sorprendida una vez más porque Heather supiera ese detalle de su vida.
-¿Te lo ha contado?-preguntó Jo.
-No, me lo confirmó cuando le pregunté. No necesité que él me lo contara para saberlo, supe ver las señales. Mi padre también pegaba a mi madre, y me pegaba a mí. En cuanto te vi supe que tu marido te pegaba. ¿Sabes?, mi madre solía decir que los hombres tienen una gran facilidad para hacernos sentir responsables de que nos peguen, de hacernos sentir que nos lo merecemos, pero en realidad no son ellos los que nos hacen creer eso. Somos nosotras las que lo hacemos, porque es más sencillo pensar que si un hombre nos pega es porque nos lo hemos buscado, para no tener que aceptar que nos estamos dejando golpear. Tú no mereces que Jeremy te golpee, ni Vivian merece que Tim la golpee, ni yo merecía que mi padre me golpeara, ni mi madre. Nada justifica que te agredan.
Jo comenzó a llorar silenciosamente mientras escuchaba todo lo que Heather le decía.
-No niego que Jake sea agresivo con los hombres-dijo Heather-. Pero no le culpo. Ha crecido viendo como su máximo referente masculino golpeaba y humillaba a la mujer que le dio la vida. No le culpo por aborrecer al resto de hombres, incluso a veces, a sí mismo, sin razón, pero jamás lo he visto tratar mal a una mujer. Jamás me ha mirado con rabia o con desprecio, ni me ha amenazado, ni insultado. Jamás me ha levantado la voz, ni siquiera cuando yo misma lo hacía. Y jamás me ha levantado la mano, ni siquiera cuando yo misma le di un bofetón una vez.
-¿Le pegaste?.
-Lo hice, y no me siento nada orgullosa de ello. Yo, entre todas las personas era la menos adecuada para agredir a alguien, pero lo hice. Me pillé un ataque de celos al verlo hablar con otra chica y después de discutir acaloradamente y llamarlo de todo perdí el control y lo abofeteé. ¿Sabes que hizo Jake?.
Jo negó con la cabeza, expectante.
-Nada. Me miró con esos dulces ojos suyos y se marchó. No vi rabia en sus ojos, ni odio, ni ira, solo dolor y decepción por haberle golpeado.
Heather no pudo evitar que se le saltaran unas lágrimas.
-Jamás te pondrá un dedo encima, Jo. No es como su padre y su hermano. ¿Has pensado que podría llegar a pegarte?.
Jo negó con la cabeza.
-No, en realidad no.
-Querías asegurarte.
Jo asintió con la cabeza.
-Es comprensible-dijo Heather-. Al principio no parece que sean capaces de hacerte daño, ¿verdad?. Ni se te pasa por la cabeza siquiera. Al principio son los chicos más dulces y encantadores del mundo, pero es sólo un papel, son grandes actores, los mejores. Joder, deberían darles un puto Oscar por engañarnos como lo hacen y por fingir ante los demás, simulando que son buenas personas. Al cabo de un tiempo sale su verdadera esencia, y ya no hay vuelta atrás. Cuando la ira domina al hombre, el hombre se vuelve imparable, su fuerza es ilimitada, pierde el control y el raciocinio, y no hay nada en el mundo que pueda detenerlo. ¿Cuánto tardó en darte el primer empujón?, ¿o el primer bofetón?.
-Un año y medio. Después de graduarse encontró trabajo y nos casamos y nos fuimos a vivir juntos. Yo aún estaba en la universidad.
-Y fue de repente, ¿verdad?. Un día de repente, por una tontería, te hizo daño.
Jo asintió con la cabeza.
-Llegó de trabajar y yo aún no había vuelto de clase, así que no había tenido tiempo de preparar nada para comer, ni de comprar nada preparado. Le dije que saliéramos a comer, pero se enfureció. Estaba fuera de sí, jamás lo había visto de ese modo. Entonces me pegó. Me dio un bofetón. Se me amorató tanto la cara que no pude ir a clase en toda la semana.
-Y no lo dejaste porque lo querías.
Jo asintió con la cabeza.
-Te puso ojitos de perrito abandonado, lloró un poco, juró que no volvería a pasar y tú lo perdonaste.
Jo volvió a asentir con la cabeza.
-Es lo que hacen todos los tipos como él. Pero no fue la última vez.
-Tuve que dejar la universidad porque cada semana pasaba algo, por cualquier tontería, y no podía asistir a clase con la cara amoratada.
-¿Cuándo te diste cuenta de que nunca iba a cambiar?.
-Cuando me quedé embarazada. Dejó de pegarme y me prometió que todo sería diferente y yo le creí, pero cuando estaba de tres meses volvió a pegarme. Me pegaba en los brazos, dónde sabía que ni se me vería ni dañaría al bebé. Ahí me di cuenta. cuando empecé a temer por la vida de mi bebé. Pero también me di cuenta de que ya jamás podría escapar de él.
El silencio fue sepulcral durante un minuto, hasta que Heather lo rompió.
-Sé lo que pasa entre Jake y tú.
Jo la miró, sorprendida una vez más.
-¿Te lo ha contado?.
-Me lo contó al poco de estar juntos, me dijo que se había enamorado de ti en la universidad y que no te había olvidado. Cuando me dijo que venía en Navidad supe que todo se terminaba, aunque tú no lo correspondieras, sabía que en cuanto te viera todo se acabaría entre nosotros y cuando llamó para decirme que iba a construir vuestra piscina y que viviría en tu casa mientras tanto no me quedaron más dudas.
-Lo siento-dijo Jo, agachando la mirada, avergonzada.
-No lo sientas. Siempre te perteneció y yo siempre lo he sabido. Yo no era más que una tirita. Somos como dos perros heridos que se lamen mutuamente las heridas. ¿Lo quieres?.
Jo la miró penetrantemente con sus enormes ojos verdes y asintió con la cabeza.

lunes, 12 de marzo de 2012

Fragmento de "La dama púrpura"

-¿Qué es lo que más deseas?-preguntó ella.

-No lo sé. Un coche, supongo. Quizá una moto nueva-dijo él, cuando en realidad lo único que quería era a ella.
-Bah, chicos, siempre tan simples.
-¿Y tú?.
-Quiero recorrer el país en caravana, verlo todo, vivirlo todo, dormir por ahí, a la interperie. ¿Crees que lo haré algún día?.
-Sí, estoy seguro de que lo harás.
-¿Vendrás conmigo?.
Él la miró con ojos soñadores, con media sonrisa dibujada en el rostro, perdiéndose en aquellos ojos verde azulados que tanto amaba.
-Sí, iré contigo.



viernes, 9 de marzo de 2012

Decepciones

La vida está repleta de decepciones, de personas que te defraudan. Personas en las que confías, a las que aprecias, esas son las que más suelen decepcionarnos.
Estoy harta de la hipocresía, de la mentira, de la falsedad. Estoy harta de que las personas no sean valientes y digan las cosas a la cara, que sean claros y contundentes.
Me he llevado varias decepciones en mi vida, muchas, tantas que no las consigo recordar todas, pero aún así sigue doliendo, y sigo cayendo en la trampa. Siguen habiendo personas que traicionan mi confianza, que no tienen en cuenta mi buena fe.
¿De qué sirve intentar ayudar a alguien, o ser amable, si no es recíproco?, ¿de qué sirve dar si nunca recibes?.
Yo ya estoy harta de dar y de no recibir otra cosa que palos. A partir de ahora dejaré de ser una imbécil que presta su hombro a todo aquel que lo necesite. Se acabó.