
Hoy es uno de esos días en los que no quiero más compañía que la mía, uno de esos días en los que sólo hallo consuelo en mí misma. Uno de esos días en los que no quiero comer, donde la única voz que no me irrita es la que sale del altavoz del reproductor de mi Ipod, donde querría sentir el doloroso y placentero proceso de un tatuaje.
Lo que comúnmente se conoce como "Un día de mierda".
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